viernes, enero 27, 2017

Depilate que tenés cita



Todos se ríen de eso. De que soy dejada y nunca me depilo.
Emilio lavá los platos, Emilio barré un poco, Emilio... Mi querido y viejo amigo. Emilio. ¿Qué haría yo sin vos?

Encontré tres libros debajo de la cama. Uno es de Dickens, “El grillo del hogar”. ¿De dónde salió? 
Tiene olor rico al menos, olor a libro viejo. Pero no es tan viejo. Así que no debe tener mucho. Tener mucho qué, pregunta Emilio. No sé, eso que tienen los libros viejos. Ahh, y sigue barriendo. 

Depilate que tenés cita, me informa Emilio. 

- ¿Qué?
- Que tenés cita.
- Sí???
- Sí.
- ¿Con quién? ¿Con quién? - Y salto de alegría, festejando alrededor suyo, con mi pijamavestidito celeste, interrumpiendo su barrer. - ¿Con... él?
-Y sí, con quién sino.
-Hay, Emilio! Qué felicidaaa.

La cera está caliente. Se va derritiendo, y desprende un calorcito verde. El palito (ramita) se hunde lentamente y se impregna de ese calor, y de ese color.
Sisi, todo muy lindo, pero quema. Y hay que ir arrancando, de a poco, los pelitos. Uno por uno, van saliendo, los pelitos. El rosadito morado que queda en la zona donde van siendo arrancados, los pelitos.


Laura piel morada. Laura piernas desnudas. Laura feliz.

En algún otro (lejano) lugar, un tipo sonriente se mira al espejo. Esta noche la va a poner.

No hay comentarios.: